
Pocas veces los nominados de los Óscar han estado más tranquilos que en 2024: más o menos, todo el mundo tenía claro que este era el año de ‘Oppenheimer’ y de Christopher Nolan casi como escrito en piedra. Y así fue. Pero lo que no esperábamos era que, además, la gala nos iba a regalar tres horas y pico de diversión sin complejos, un guion en el que el humor iba a ser el protagonista y una actuación que quedará para los anales de la historia. Nada mal para unos premios telegrafiados sin sorpresas (pero con mucha emoción).
Toque de Kimmel, chupito de absenta
Tras el calvario personal de todos los que vemos los Óscar en España (ver los «certeros análisis» de Movistar Plus durante los descansos de la alfombra roja), la gala empezó con el momento que más o menos todos estábamos esperando: el monólogo de apertura de Jimmy Kimmel, que estuvo elegante, correcto y con el gamberrismo mirado con regla. Los tiempos donde este discurso era dado por una especie de bufón de la corte capaz de reírse de los poderosos ya ha pasado, y ningún Billy Crystal va a meterse en las películas nominadas otra vez.
Bueno, Kimmel lo intenta, contestando al «Eres muy guapo» de Barbie con un «Lo sé, estaba pensando lo mismo. No he comido en tres semanas, tengo mucha hambre». El resto del discurso transcurrió como un río de risillas muy cómodas sobre lugares subados, como la duración de la gala («Empieza una hora antes, pero acabará muy, muy tarde»), patadas a ‘Madame web’, como quien pega a un cachorrillo abandonado, y algún que otro reproche hacia la no-nominación a Greta Gerwig («Estáis aplaudiéndola, pero fuisteis los que no la votaron»).
Kimmel se siente cómodo, y ya ha pasado la etapa en la que se tomaba estos premios como un especial de su late night. No es Ni muy gamberro ni muy laudatorio, el yerno perfecto que ha gastado un par de chistes arriesgados sobre el pasado drogadicto de Robert Downey Jr, juegos de palabras terribles («Yor-gos is as good as mine»), comentarios -casi tuits- sobre la duración de las películas nominadas y, por fin, el comentario ganador sobre Messi, el perro de ‘Anatomía de una caída’: «Nunca he visto a un actor francés comer vómito como él desde Gerard Depardieu».
Por cierto, aunque mañana veáis a Messi aplaudiendo, tenéis que saber que no estaba realmente en la gala y fue un plano trucado. ¡Nada es real en el cine, amigos! Ni los perros jugando a baloncesto ni los perros aplaudiendo en los Óscar. Todo mentira. En fin: la gala comenzó prometiendo lo mismo de siempre, pero poco imaginábamos que Kimmel, como ese tío que no nos cae ni mal ni bien pero que invitan a casa todas las Navidades y al que no te queda otra que saludar, nos iba a dar una de las mejores ceremonias de los últimos diez años.
Soy aquella niña de la escuela
Este año, para presentar los premios a las mejores actuaciones, cinco ganadores anteriores subían al escenario a cantar las alabanzas de cada uno de los nominados. Porque si hay algo que necesitan los actores es más ego y que les digan lo buenos que son. Por suerte, esto no se repitió en la categoría de mejor maquillaje o mejor diseño de producción y la gala no llegó a las nueve horas de duración.¿Es un recurso pesado? Sí. ¿Pero emotivo? Pues también, un poco, para qué negarlo.
Al menos Da’vine Joy Randolph sí que se emocionó dando su discurso como la flamante ganadora del Óscar a mejor actriz de reparto, con frases como «Durante mucho tiempo quise ser diferente, ahora me doy cuenta de que sólo tuve que ser yo misma»; «era la única niña negra de aquella clase» o «hice mi propio camino». Modélico, perfecto y dejó la broma de agradecer el premio a su publicista, que duró durante toda la noche. Cuando piensas en los Óscar, piensas en discursos como este. Icónico.
Chris Hemsworth y Anya Taylor-Joy fueron los encargados de presentar los premios a la animación sin mucha algarabía (atrás quedan los tiempos donde eran los propios dibujos los que estaban sentados entre el público). El corto animado fue para ‘War is over!’, que subió a recoger, entre otros, el hijo de Yoko Ono y John Lennon, que pidió que el público felicitara al unísono el día a su madre. No salió bien del todo, sobre todo porque la mitad de la gente estaría pensando «Espera, ¿cómo que Yoko? ¿Yoko? ¿ESA Yoko?».
Por su parte, Hayao Miyazaki se impuso a Spider-man y ‘El chico y la garza’ ganó, muy justamente, el Óscar a película de animación. No, ‘Robot dreams’ no tenía posibilidades, aunque haya ganado algo de tracción los últimos días. Miyazaki, al que el Óscar no le va a quitar sus horas de sueño, decidió no enviar a nadie a recogerlo, dejando la sorpresa algo desangelada. Como Kimmel comentaría después, «Puedo entender que el chico no suba a recogerlo, pero la garza debería hacerlo».
Pobres, pero honradas criaturas
Después llegó el momento de otorgar el premio a mejor guion original con las siempre fabulosas Melissa McCarthy y Olivia Spencer, que dejaron claro que esta gala no iba a ser tan solo salir, decir los nominados y marcharse. Les dio tiempo a hacer chistes intraducibles sobre las Chippendales y Chip’n’Dale (Chip y Chop), bromear con ceñirse al guion de la gala y, además, no emborronar un premio que estaba cantado: ‘Anatomía de una caída’. «Me ayudará en mi crisis de la mediana edad», dijo Justine Triet al subir.
El premio a mejor guion adaptado fue, por su parte, para ‘American Fiction’. «La primera gran sorpresa de la noche», dijeron en Movistar ante lo que obviamente no era ninguna sorpresa. Al subir a recoger el premio, su guionista, Cord Jefferson, defendió las películas de mediano presupuesto y defendiendo que el próximo Scorsese está ahí fuera, pero no puede verse si en vez de hacer diez películas de 20 millones de dólares, las productoras lo apuestan todo a una de 200. Aplauso general. La emoción del momento se intensificó con Billie Eilish cantando ‘What was I made for?’ con un fondo rosa, demostrando por qué iba a poner la estatuilla en su casa esta misma noche encima de la tele y haciendo que la mitad del público se preguntara «Ah, ¿pero esta sale en ‘Barbie’?».
Michael Keaton (recibido con la música de Bitelchús) y Catherine O’Hara presentaron el Óscar a mejor maquillaje y peluquería, que comenzó con un posible camino hacia la mejor película para ‘Pobres Criaturas’ que fue cortado antes de empezar. Y es que justo después se llevó diseño de producción y vestuario, en ese momento de la noche en el que, medio dormidos y con la cafeína dejando hacer efecto, empezamos a pensar «Eh, ¿y si no gana ‘Oppenheimer’?». Como si fuera un partido entre el Real Madrid y el Alpedrete FC y nos emocionáramos por un regate.
Por cierto, el mejor vestuario ha sido presentado por John Cena completamente desnudo en uno de los mejores gags de los últimos años, tratando de hacer homenaje a aquel momento en el que un espontáneo se coló en pelota picada tras David Niven. «El vestuario es tan importante… Puede que lo más importante», dice cubriéndose sus partes pudendas con el sobre antes de que le vistan con un traje de mujer. Qué queréis que os diga, la mejor comedia viene de las cosas pequeñas. Y no, no me refiero a lo que estáis pensando.
Rayos Glazer
Tras la canción de ‘Los asesinos de la luna’, con una coreografía digna de un show de Port Aventura, llega el momento de que The Rock y Bad Bunny den el premio a mejor película extranjera. Bad Bunny salió en ‘Bullet train’ y casi hace ‘El muerto’. supongo que ya cuenta como actor latino si Antonio Banderas no te coge el teléfono. La estatuilla, como ya imaginábamos todos, no fue para ‘La sociedad de la nieve’, sino para ‘La zona del interés’, y en la retransmisión de Movistar decidieron hacer el teatrillo de la gran sorpresa que ni el propio Bayona esperaba que ocurriera.
Por su parte, Jonathan Glazer ha aprovechado su momento de gloria para colar un discurso pro-Palestina en uno de los mejores -y más tensos- momentos de estas tres horas. El discurso fue un tanto tímido, pero bastante es su atrevimiento al respecto en una ceremonia como esta, consciente de que no tendrá una mejor oportunidad. «Todas nuestras elecciones se hicieron para reflejarnos y confrontarnos en el presente. Nuestra película muestra que la deshumanización lleva a lo peor». El aplauso ha sido más bien tímido. Los comentarios en Twitter, un espejo hacia el abismo al que he preferido no asomarme.
El espectáculo debe continuar, en este caso con Emily Blunt y Ryan Gosling, que se han pegado un poco por quién venció en Barbenheimer y han demostrado su inequívoca química juntos. Y si has pensado «Ojalá verles juntos otra vez» te gustará saber que este sketch en realidad ha sido prácticamente un anuncio de ‘The Fall Guy’ que protagonizan ambos, un poco al nivel de ‘La casa de papel’ cuando mostraba a cámara sus latas de Estrella Galicia. ¿Y qué presentaron este par? Pues, en un momento rarísimo, mostraron… un clip sobre los dobles de acción desde los tiempos de Chaplin hasta ahora. Darles un Óscar no, pero mira, que se conformen con dos minutitos para rellenar. Menos es nada.
Explota la bomba
Por si habíamos perdido la noción del tiempo en este continuo (y entretenido) no parar de premios, Jimmy Kimmel nos informa de que llevamos una hora y media de gala. «Si estuviéramos en un cine, la película empezaría ahora mismo». Y, paradójicamente, con el consecuente premio como mejor actor de reparto a Robert Downey Jr se puede decir que empieza la película. Más concretamente, la que va a acabar coronando a ‘Oppenheimer’ esta noche. El actor de ‘Iron Man’, siempre carismático por encima de sus posibilidades, le dedica el premio «a mi infancia terrible y a la Academia, en ese orden». Maravilla.
Los productores de los Óscar no se han cansado este año de darnos momentazos como el de Arnold Schwarzenegger y Danny De Vito subiendo al escenario para rememorar aquello que les une. ¿’Los gemelos golpean dos veces’? Por supuesto que no: ¡Ambos han sido vencidos por Batman! De hecho, Michael Keaton, desde el patio de butacas, empieza a amenazarles.
Ambos han ido a presentar el premio a mejores efectos visuales, que es para -ojo- ‘Godzilla Minus One’, en el segundo premio de Japón en unos Óscar cada vez más abiertos a lo internacional. El protagonista de la cinta, por cierto, algo encasillado, repetirá su papel en ‘Godzilla x Kong’, pero no se le espera en, por ejemplo, ningún drama de época. Ojalá. Los responsables de efectos visuales suben al escenario con un inglés roto, peluches y figuritas variadas. Puede que nunca un lagarto gigante vuelva a ganar un Óscar, al fin y al cabo. Hay que darlo todo.
‘Oppenheimer’ ganó, sin sorpresa, el premio a mejor montaje, y, justo después, Jon Batiste tocó al piano la canción del documental ‘American Symphony’ titulada ‘Bueno, esta es la hora de ir al baño porque esta canción no va a ganar’. Sobrecogedora. Después, Kate McKinnon y America Ferrera demuestran que lo más importante para que un chiste funcione en una gala de premios es un buen guion y alguien entregado llevándolo a cabo.
En el chiste en cuestión, y antes de entregar los premios a mejor documental, McKinnon destaca, como los documentales más emocionantes de la historia, ‘Parque Jurásico’, ‘Jurassic world’ y ‘Jurassic world: dominion’. Cuando se entera de que no lo son, termina preguntando si al menos Jeff Goldblum es real, algo a lo que también recibe una negativa. «¿Y entonces a quién le estoy enviando mis desnudos con buen gusto?», dice, mientras Spielberg se señala. «De nada», termina la cómica.
La nominada al Óscar Becky G
El mejor corto documental fue, por cierto, para ‘The last repair shop’, que recibió su protagonista, una niña vestida de princesa, y el mejor documental fue para ’20 días en Mariupol’, cuyo director recordó que era el primero de la historia de Ucrania: «Desearía no haber hecho nunca esta película, desearía poder cambiarlo por Rusia nunca atacando a Ucrania». El público aplaude como loco ante la guerra que, por lo que sea, sí que les importa.
Zendaya, siempre deslumbrante (y sin salirse del guion una línea, que por algo es profesional), da el premio a mejor fotografía, que va a parar a ‘Oppenheimer’, algo que ya empieza a ser habitual esta noche. Por su parte, Wes Anderson se llevó el primer premio de su vida por ‘The wonderful story of Henry Sugar’, probablemente lo único que se va a llevar Netflix esta noche. Curiosamente, no fue a recogerlo. Su excusa, según Kimmel, es que estaba «en casa montando un diorama con Polaroids».
Después, una de esas actuaciones que parecen inventadas por una Inteligencia Artificial en horas bajas: Becky G canta la canción del biopic de los Cheetos Picantes. Ojalá conocer a las personas que pensaron que ‘Flaming hot’ no podía irse sin una nominación. ‘Saltburn’ quizá sí, pero no dejemos pasar a Matutano.
Tras este momentazo -a su manera-, entra la persona más divertida del mundo ahora mismo, por más que la Academia se empeñe en no dejarle presentar: John Mulaney aprovecha su presentación del premio al mejor sonido para reírse del meme de ‘Madame web’ y destripar ‘Campo de sueños’. ‘La zona del interés’, muy merecidamente, se llevó el galardón por un sonido que se huele. Si la habéis visto, ya sabéis a lo que me refiero.
He’s just Ken
No iba a ganar el premio y lo sabía, pero Ryan Gosling cantando ‘I’m just Ken’ desde su butaca hasta el escenario, donde le esperaba un cuerpo de baile y después bajando a cantar con el público, ha sido uno de esos momentazos que recordaremos dentro de una década. Una actuación divertida, vistosa, única, de esas que te tranquilizan y te hacen creer que estar despierto a las dos y media de la mañana teniendo que trabajar al día siguiente es una decisión vital poco cuestionable.
Ariana Grande, vestida con las cortinas de su casa, y Cynthia Erivo, presentaron después los premios musicales: ‘Oppenheimer’ (cómo no) a mejor banda sonora y ‘Barbie’ a mejor canción. Pero no la que ha hecho que el público se levante y ha formado un momentazo único que mañana será compartido una y otra vez en redes sociales, sino la otra, la de Billie Eilish. El bajón en el momento ha sido tal que ha provocado un «Ayyy» de tristeza de la voz en off de Movistar. Por una vez, te entendemos.
Quedaban cuatro premios, pero, como avisó Kimmel, se nos harían largos. Primero con un In Memoriam que consiguió cortar el aplausómetro de raíz y que dejó que los muertos pasaran a segundo plano mostrando lo que el público quería ver: la actuación de un cuarteto de cuerda, un ballet conceptual y una ópera. ¿Honestamente? Los Óscar olvidando la seriedad por completo y abrazando lo kitsch siempre me parecerán increíbles.
A partir de aquí, todo estaba telegrafiado: Cillian Murphy mejor actor y Christopher Nolan mejor director. Solo faltaba Kimmel saliendo a decir «Mira, han ganado los que esperáis, venga, hoy nos vamos pronto a dormir». El único duelo real de la noche quedaba entre Emma Stone y Lily Gladstone en mejor actriz, que se decantó en favor de la primera, que recibió con todo el mundo recibiéndola en pie… Y ella con el vestido abierto por la espalda («creo que pasó durante ‘I’m just Ken’»). Es el discurso más emotivo de la noche, con una Stone a punto de llorar continuamente.
Kimmel lee una crítica negativa sobre él que acaba con un «Make America Great Again»… escrita por el presidente Donald Trump («Gracias, ¿no ha pasado ya tu hora de entrar en la cárcel?»). Mejor película, presentada por Al Pacino: ‘Oppenheimer’, claro.